El envejecimiento es un proceso del ciclo de la vida, con frecuencia se asocia con enfermedad, sin embargo, se ha comprobado que estas pueden posponerse y comprimirse si uno adopta un estilo de vida saludable y se compromete activamente con la vida. De esta manera surge un nuevo concepto del envejecimiento, donde se reconocen no sólo las necesidades sino los derechos del adulto mayor, la autonomía, participación, dignidad, crecimiento, aprendizaje, productividad y autorrealización.
Para ser un adulto mayor saludable tenemos que tener en cuenta, el controlar los factores de riesgo de enfermedades, mantener la actividad física y mental, mantenernos participativos socialmente, llevar una dieta saludable, y cuidar nuestra salud emocional. Cada uno de estos factores se relacionan entre sí y aportan al bienestar físico y emocional, en muchas ocasiones, son fruto unos de otros.
Alimentarse sanamente: Una dieta equilibrada en esta etapa de la vida debe incluir abundantes frutas y verduras, tomar leche o yogur, según la tolerancia de cada uno, ingerir alimentos con poca grasa, preferir el pescado, pollo o carnes rojas sin grasa, comer legumbres y granos enteros. Estos alimentos nos permiten estar sanos y vivir mejor, porque aportan una cantidad suficiente de proteínas, grasas esenciales, minerales, antioxidantes y agua. Si existiese una patología de base (hipertensión, diabetes …), siempre respetar las indicaciones dietarías.
Mantenerse hidratado: Las personas mayores son especialmente sensibles a deshidratarse, porque normalmente tienen menor capacidad de sentir sed. Esto nos recuerda que hay que ofrecerles líquidos frecuentemente y estimularlos a tomar, aun cuando ellos no lo soliciten, con especial atención en los días de mayor calor.
Ejercicio diario: La actividad física es muy beneficiosa, 3 a 5 estímulos semanales son lo recomendado. En el área mental, se observa una reducción de la ansiedad, ya que la actividad física regular eleva los niveles de endorfinas, noradrenalina y serotonina, lo que genera estabilidad de ánimo y favorece un sueño reparador. También mejora el rendimiento cognitivo en personas con demencia y trastornos cognitivos, en adultos mayores con baja auto-estima. La actividad física contribuye a la prevención y manejo de una serie de enfermedades, entre las que se destacan las enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo II, obesidad, hipertensión arterial y depresión entre otras.
La importancia de un sueño reparador: Un buen sueño nocturno afecta positivamente la salud, permite descansar, consolidar aprendizajes y mantener una buena salud mental. El sueño puede afectarse por muchas causas y se deben revisar y manejar antes de recurrir a medicamentos. Las causas de un mal dormir puede ser por problemas físicos como por ejemplo dolor crónico o enfermedades descompensadas, problemas psicológicos como enfermedades del ánimo o ansiedad, malos hábitos de sueño como siestas prolongadas, horarios de acostarse irregulares, ver aparatos electrónicos hasta muy tarde (TV o PC), consumo de bebidas energéticas o café, problemas del entorno como excesivo calor en la noche o ruidos molestos pueden alterar también el descanso. Es importante considerar que el manejo farmacológico del sueño conlleva riesgos que aumentan con la edad, por lo que siempre es mejor privilegiar un buen hábito del sueño y tratar las otras causas que lo puedan afectar.
Actividad mental: Ésta es indispensable para conservar las capacidades intelectuales. La buena memoria, el aprendizaje, el lenguaje, las destrezas manuales, la capacidad de hacer cálculos matemáticos y de realizar actividades artísticas (como música, danza, poesía, etc.), depende de cuánto se ejerciten estas habilidades. Mientras más activos, mantendremos un mejor rendimiento y por más tiempo. Por otra parte, si hemos perdido alguna de estas capacidades, podemos recuperarla con un trabajo adecuado.
Autonomía y optimismo de vida: Es deber de la persona mayor practicar su autonomía, ésta será un indicador de calidad de vida y un aporte a la sociedad. Incluso cuando hablamos de situaciones relacionadas con el fin de la vida, dependencia severa y personas mayores institucionalizadas, será un derecho de los mayores el poder conservar su autonomía. El verse a sí mismo como una persona que puede tomar decisiones, será fundamental para la autoestima de la persona mayor y un ejemplo para su familia y entorno. Al integrar la autonomía y el optimismo como un modo de vida, practicando las emociones positivas y entendiendo que cuando el tiempo se acorta es mejor centrarnos en lo que nos hace bien se tendrá una mejor calidad de vida y de esa manera la vejez dejará de ser la sombra de la juventud, y tendrá un significado propio.
Actividad social: reúnase con sus amigos, salga a bailar, a conversar, asista a reuniones sociales. Es ideal gozar de una buena vida social, disfrutar de los lazos afectivos fuertes, de la pareja, hijos, familia, amigos y otros grupos sociales. Es deseable mantener una actividad útil, en la que se desarrollen capacidades, se mantenga contacto con otras personas, en la que se obtengan beneficios claros (materiales u otros).
Mantenga un control médico regular: enfermedades como la hipertensión, diabetes, problemas de colesterol, depresión entre otras pueden afectar la memoria. Por ello, es vital controlarse regularmente.
En definitiva, lo importante es “Vivir con vitalidad”, manteniendo los hábitos saludables (previniendo y tratando la enfermedad), optimizando nuestro funcionamiento físico, cognitivo y emocional; participando activamente en nuestra familia y nuestro entorno social.
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