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Foto del escritorSamuel Garcia

LA ALIMENTACION ES CULTURA

Los seres humanos somos omnívoros, esto significa que podemos consumir alimentos de diversas fuentes: vegetales (frutas, verduras), animales (carnes, huevos), insectos (miel), hongos (quesos azules), rocas (sal), entre otras. A pesar de la gran diversidad de fuentes y la posibilidad de nuestro cuerpo de poder digerirlas, no comemos todo.


Para que una sustancia o producto comestible se transforme en comida es necesario situarlo en un contexto, donde se dan ciertas normas y sentidos. Las personas somos quienes cocinamos para comer, hablamos sobre los alimentos, establecemos reglas sobre la manera de prepararlos y combinarlos y, sobre qué, quiénes y en qué lugares comerlos.


Organizamos las ingestas mediante comidas o situaciones más o menos socializadas y estructuradas (horarios, comidas principales y colaciones), establecemos categorías, clasificaciones de acuerdo a ciertos valores, elegimos los alimentos que se consumen en días festivos y momentos importantes (torta en los cumpleaños), los alimentos prohibidos (alcohol en la infancia), los alimentos prestigiosos (sushi) o los alimentos para niñas y niños (golosinas).


En síntesis, un producto comestible se transforma en comida a través de la transmisión cultural de esos sentidos y sistemas de clasificación, que se aprenden y transmiten dentro de las familias, comunidad, país; generación tras generación, y permiten que una persona “pertenezca”, se integre a esa cultura alimentaria.


Esta pertenencia a un grupo marca nuestra identidad alimentaria y también diferencia a quienes no comen lo mismo o de igual manera. Identidad que se refleja en la diversidad y heterogeneidad de cocinas con ingredientes, aromas, condimentos, técnicas de preparación, cocción y comensalidad (maneras de servir y comer).


El gusto no es más que la actualización individual de lo que, de todas maneras, estaríamos obligados a comer. No comemos lo que queremos, sino que terminamos queriendo lo que comemos. A los chinos les gusta el arroz, a los mexicanos el maíz y a los argentinos la carne ¿por qué será?. Cada cultura tiene símbolos alimentarios, fenómenos físicos (una tira de asado, un guiso, un choripán o puchero), los que están revestido de un significado, de un valor que un grupo social le otorga dentro de su cultura.


La elección de alimentos y sus formas de cocción se revelan con valores diferenciales según nuestra historia, cultura, pertenencia a una clase social, etc. y también lo que pensamos que dicen de cada quien como “pertenecientes” a un determinado grupo o colectivo.


Reflexionemos: ¿Por qué cambian las preferencias, consumos y tradiciones alimentarias dentro de un pueblo, región o país? En nuestra región ¿Cuántos platos dejaron de ser cotidianos, especialmente en las grandes ciudades, y pasaron a formar parte y a consumirse como rituales, sólo en momentos especiales, como las celebraciones patrias, por ejemplo, locros, tamales, humitas? Lo mismo podría pensarse para el caso inverso, de plato excepcional a comida cotidiana, como ocurrió con la pizza y las pastas.


La comida es cultura, porque el hombre, aún pudiendo comer de todo elige su propia comida con criterios ligados ya sea a la dimensión económica o valores simbólicos de la misma comida. De este modo, la comida se configura como un elemento decisivo de la identidad humana y como uno de los instrumentos más eficaces para comunicarla.


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